Imagen: Parque Nacional Cabo Pulmo.

01 febrero 2010

El papel de las ONG ambientales en el siglo XXI

por Raúl Guzmán Enzástiga

¿Qué papel debe jugar la sociedad civil en lo referente a protección ambiental, en el siglo XXI?

La sociedad civil organizada en grupos no gubernamentales (sindicatos, asociaciones, comunidades, clubes, entre otros) ha permitido exigir el respeto a los derechos de los individuos y ha logrado ganar batallas contra la intransigencia y abuso de los gobiernos y corporaciones.

En el panorama ambiental, las ONGs juegan el papel crucial de permitir la participación ciudadana en el reclamo y ejercicio de los derechos ambientales. Sin embargo, las ONGs a menudo se ven rebasadas por dificultades recurrentes, como la escasez de recursos humanos y materiales, que se reflejan en un pobre poder de convocatoria, una escasa difusión y en acciones poco contundentes.

Adicionalmente, el siglo XXI trae consigo nuevas amenazas y oportunidades para las ONGs, de manera que sólo sobrevivirán las que logren adaptarse a las exigencias del panorama sociocultural.

Como primer punto, vivimos una época de cambios rápidos, de manera que si las acciones de protección ambiental no son dinámicas, se corre el riesgo de que los esfuerzos de la sociedad civil se vuelvan obsoletos, y por consiguiente, infructíferos. Necesitamos actualizar nuestro discurso. Ya no es suficiente con denunciar los abusos ambientales, sino que debemos estar preparados para actuar en el momento, con acciones bien enfocadas y ofreciendo alternativas reales. Es decir, debemos tratar de ser parte de la solución, no del problema.

Como segundo punto, la información actualizada, incluso en tiempo real, está al alcance de la mano. Ya no es suficiente con utilizar la radio, televisión y medios impresos. Las ONGs además deben aprovechar los recursos electrónicos como redes sociales, mensajes SMS, foros virtuales y blogs como éste, a modo de herramientas cotidianas e imprescindibles de información, difusión, reclutamiento, recaudación de fondos y acción colectiva.

Como tercer punto, debemos tener visión de largo plazo para lograr acciones contundentes. Es decir, las acciones locales, como reforestaciones, campañas informativas y de conciencia ambiental no son la meta, sino la base para proyectos más ambiciosos, que ofrezcan una visión global, de manera que podamos persuadir a los gobiernos y corporaciones, para que por iniciativa propia, y por obligación aceptada concientemente, implementen acciones para prevenir y mitigar el impacto ambiental, de la mano de la sociedad civil.

Como cuarto y último punto, necesitamos aliados, no enemigos, si queremos que nuestras acciones rindan frutos. Me refiero a que el consenso entre sociedad civil, gobierno y corporaciones puede lograr más que las acciones contrapuestas y descoordinadas. En una perspectiva realista, es claro que no podemos detener el desarrollo económico, de manera que es mejor lograr pequeños avances que no lograr nada.

Por otra parte, al buscar aliados es necesario conservar la objetividad en todo momento, para evitar que los gobiernos y corporaciones hagan mal uso de las ONGs. Ejemplo 1: para justificar y legitimar falsas soluciones al cambio climático, como los alimentos transgénicos, la energía nuclear y los biocombustibles a base de cultivos alimentarios. Ejemplo 2: para promover las “tecnologías verdes” que verdaderamente reducen de emisiones, pero son caras, patentadas y se vuelven obsoletas rápidamente, de modo que al final sólo benefician al propietario de la patente.

En resumen, las ONGs deben reflejar lo que realmente quiere la sociedad civil (no las corporaciones), para el medio ambiente en el siglo XXI.

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